Sálvame Señor!
📖 “Entonces dijo: «Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen. Él tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo.» Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó, y les dio su bendición: «Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo.»” Génesis 1:26 ss
Reflexión 🤔 Una persona incrédula puede entender todo lo que es lógico en la Biblia, pero existen límites en las capacidades de la lógica humana. Puede que entienda que Jesús de Nazaret fue crucificado por los romanos y fue sepultado; también puede comprender que resucitó de los muertos.
El incrédulo puede que entienda el razonamiento de la verdad. Lo que no podría hacer es amar la verdad, lo cual implica creerla y abrazarla. Amar a Dios es creer en Dios.
Estas personas no pueden amar a Dios y a su verdad porque eso sólo ocurre por la regeneración del alma cuando recibimos al Espíritu santo de Dios. Así que, el hombre caído, esta capacitado para ver la verdad, pero no puede amarla, por lo cual, la rechaza al momento de comenzar a comprenderla.
Cuando David alzaba su rostro al cielo, y se impresionaba con el firmamento, reflexionaba diciendo: “Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y la luna y las estrellas que pusiste en él, pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él? Pues lo hiciste casi como un dios, lo rodeaste de honor y dignidad, le diste autoridad sobre tus obras, lo pusiste por encima de todo: sobre las ovejas y los bueyes, sobre los animales salvajes, sobre las aves que vuelan por el cielo, sobre los peces que viven en el mar, ¡sobre todo lo que hay en el mar!” (Salmos 8:3 ss)
Tener un espíritu reflexivo como el de David desde su corta edad, es un don de Dios que produce siempre sabiduría. Quien de niño es estimulado a reflexionar en la creación para descubrir al Creador, pronto cultivará la reverencia y el necesario temor de Dios que le ayudarán a conducir su vida por los caminos del Señor.
Si en ti hay algo radicalmente malo, algo que requiere un cambio de raíz, y tú no puedes lograr este cambio; y si sólo Dios puede hacerlo, necesariamente sucederá una de estas dos opciones: o Dios hará esta obra en ti sin tu ayuda, o la hará con tu colaboración. Y por cierto, Dios nunca salva al hombre sin su consentimiento.
Porque el hombre no es una máquina. Si yo tengo un reloj que no marca bien la hora, lo llevo al relojero, sin que tenga que pedirle su permiso al reloj. El relojero lo toma y lo desarma, encuentra la falla y la repara mientras el reloj permanece completamente pasivo; y cualquier otra clase de máquina se repara de la misma manera. Pero el hombre es diferente, no es una máquina, el hombre fue hecho a la imagen de Dios, y parte de esta imagen permanece en el hombre aún después de la caída, y la percibimos en su poder de pensamiento, así como en su libre albedrío. Dios respeta la libertad concedida, y en consecuencia, no trata a los seres humanos como si fueran máquinas.
El Creador respeta nuestra mente, capaz de pensar; nuestro corazón, capaz de amar; nuestra conciencia, capaz de juzgar; nuestra voluntad, capaz de elegir. Por lo tanto nos presenta la salvación como algo que se puede aceptar o rechazar: y que aunque no la podemos ganar o conseguir por nuestro esfuerzo; sí la podemos alcanzar por la fe puesta en Jesucristo; y nunca será nuestra si no la tomamos así. La única manera de alcanzar la salvación es que nuestro entendimiento nos alcance para reconocer a nuestro Creador.
Pero el pueblo se pierde por falta de conocimiento de la Palabra del Señor y aún perdido, no sabe que lo está, y avanza herido rumbo a su completa destrucción, sin comprender que está muriendo sin haber vivido.
A través del profeta Isaías, Dios nos lo dice con claridad de la siguiente manera: “El buey reconoce a su dueño y el asno el establo de su amo; pero, mi propio pueblo, no reconoce ni tiene entendimiento.» ¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de maldad, descendencia de malhechores, hijos pervertidos! Se han alejado del Señor, se han apartado del Dios Santo de Israel, lo han abandonado. Ustedes se empeñan en ser rebeldes, y en su cuerpo ya no hay donde castigarlos. Tienen herida toda la cabeza, han perdido las fuerzas por completo. De la punta del pie a la cabeza no hay nada sano en ustedes; todo es heridas, golpes, llagas abiertas; nadie se las ha curado ni vendado, ni les ha calmado los dolores con aceite. Su país ha quedado hecho un desierto, y arden en llamas las ciudades. En la propia cara de ustedes los enemigos se comen lo que ustedes sembraron. Todo ha quedado hecho un desierto, como Sodoma cuando fue destruida. Si el Señor todopoderoso no hubiera dejado a unos cuantos de nosotros, ahora mismo estaríamos totalmente como Sodoma y Gomorra.” (Isaías 1:3 ss)
Y todo esto es así, porque aunque el hombre sea la imagen y semejanza de Su Creador, no le ha honrado como debiera; sino que en el mal uso de su libertad, se abrazó del mal y del pecado tal como lo dice Pablo: “Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa. Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y su necia mente se ha quedado a oscuras. Decían que eran sabios, pero se hicieron tontos; porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por eso, Dios los ha abandonado a los impuros deseos que hay en ellos, y han cometido unos con otros acciones vergonzosas. En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre. Amén. Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Hasta sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza; de la misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen acciones vergonzosas, y sufren en su propio cuerpo el castigo merecido por su perversión. Como no quisieron reconocer a Dios, él los ha abandonado a sus perversos pensamientos, para que hagan lo que no deben. Están llenos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia y maldad. Son envidiosos, asesinos, pendencieros, engañadores, perversos y chismosos. Hablan mal de los demás, son enemigos de Dios, insolentes, vanidosos y orgullosos; inventan maldades, desobedecen a sus padres, no quieren entender, no cumplen su palabra, no sienten cariño por nadie, no sienten compasión. Saben muy bien que Dios ha decretado que quienes hacen estas cosas merecen la muerte; y, sin embargo, las siguen haciendo, y hasta ven con gusto que otros las hagan.”
(Romanos 1:19 ss)
Conclusión: Dios El Señor, está buscando a través de adversidades, corregir el comportamiento del ser humano mediante una angustiosa presión que lleve al hombre a volverse a Cristo, reflexionando sobre la muerte. Dios sigue salvando a muchos mediante la técnica del “último momento”, como lo hizo con el buen ladrón, pero eso no es lo mejor, así que no obliguemos al Señor a someternos a Él bajo una fuerte presión; mejor acerquémonos voluntariamente y a tiempo hasta su grande amor.
Bendiciones y feliz Martes! 🤗
“Habla de Dios y de la biblia, para que se fortalezca tu corazón en sus promesas”